Cuando uno se empieza a aficionar a esto de correr por la montaña se
va poniendo retos, objetivos, metas para mantener ese gusanillo de
entrenar cada día mejor, con ganas. El reto de hacer la Advance
suponía hacer la distancia más larga hasta ahora, después de
iniciarme en la “larga” distancia en Transvulcania esos poquito
más de 10 km extras me hacían pensar que no sería nada fácil.
Con este reto en mi cabeza entrenamos duro, hicimos una buena piña
con David y Sergio que iban a la de 125 y disfrutamos lo más que se
puede de los largos y duros entrenos con frío, lluvia y barro, con el
mal tiempo que nos ha acompañado estos meses de enero y febrero.
En un abrir y cerrar de ojos estaba en el apartamento en MasPalomas
intentado conciliar el sueño, con los nervios lógicos antes de una
carrera, pero con la tranquilidad de que habíamos hecho los deberes.
El despertador suena a las 3 de la mañana, que madrugón, pero los
nervios del momento hacen que este muy activo a esas horas de la
madrugada, me preparo y en un periquete mi padre y mi cuñado me
llevan a coger la guagua que nos trasladará a Fontanales, allí me
encuentro con Abraham y vamos juntos, intentando hablar un poco y
matando el tiempo como se puede, en fontanales buscamos al que nos
falta del Club, el puntal de Manolo que nos ha hecho de anfitrión.
Por nuestra salida pasa la gente de la ultra, no hago sino mirar de
reojo a ver si veo pasar a mis compis de batalla, ellos deberían
pasar antes de yo salir, que les tengo que cantar nuestro “LOVE IS
IN THE AIR”, pero no los veo pasar, me quedo pillado más aun
cuando miro el móvil antes de la salida y veo que el míster se ha
retirado. Uf, intento pensar en positivo, los compis ya habrán
pasado y lo del móvil seguro que está mal. Empieza la cuenta atrás,
les deseo suerte a Manolo y Abraham que están a mi lado y salimos.
Salgo tranquilo, en mitad del pelotón, mientras avanzamos me
inquieto, el camino es estrecho, se forma un pequeño embudo pero nos
movemos y al poco ya casi que vamos corriendo. Me doy cuenta de que
no he estado atento en la salida cuando me veo con grupos de
corredores que van a un ritmo en el que no estoy a gusto, me siento
retenido, intento ir pasando corredores poco a poco hasta encontrar
un ritmo en el que me sienta cómodo, pero nada, pasamos Valle Seco,
primer avituallamiento y sigo comprimido, me lo tomo con calma, esto
es muy largo, de menos a más Jonatan!!!. Entro en Teror y sensación
agridulce, veo a mi primo, al final es verdad que se retiró, pero
al menos no es nada grave.
-Vas muy tranquilo- me dice, mi respuesta es sí, voy tranquilo.
-Cabeza, pero hay que correr- pienso para mí, deja que vaya a mi
ritmo que esto es muy largo y ahora empieza la primera subida
importante.
En Teror también me espera la familia!! Mi padre, mi madre, mi
hermana y mi cuñado son mi asistencia, parezco un pro, que suerte
que tengo. Me dan ánimos, me ayudan con el isotónico y aquí
todavía voy fresco como una lechuga, les sonrío y nos vemos en el
siguiente.
Empieza la subida a la Cruz de Tejeda, me saco una barrita y empiezo
a chascar mientras subo tranquilo, pero término de comer y me sigo
notando comprimido, a un ritmo que no voy del todo cómodo y poco a
poco voy pasando corredores, con la idea en la cabeza de encontrar mí
ritmo, pero me sigo encontrando con gente y sigo adelantando, esto
ya no me empieza a cuadrar, afloja, que lo vas a pagar caro!!.
Cruz de Tejeda, empezamos a bajar al cuarto avituallamiento, voy
detrás de un grupito de tres encabezado por una chica, al principio
voy cómodo, pero a mitad de bajada me noto frenado otra vez y los
adelanto, en mi cabeza “te estás pasando y lo vas a pagar”, en
nada me veo en Tejeda, oigo a mi Padre gritar, ya están ahí.
Relleno el agua, isotónico como algo y sigo, mi cuñado me acompaña
unos metros y me pregunta si voy bien, le digo que sí, que voy
genial pero que igual voy un poco rápido. A continuación la subida
al Roque Nublo, aflojo un poco, no quiero pasarme, subo constante,
cómodo. Llego al cruce, entro al roque nublo, bonita estampa, veo
gente sacándose foto y dudo un instante, pero prosigo. A estas
alturas después de haber terminado las subidas más duras empiezo a
plantearme si será posible bajar de 12 horas, pero enseguida me
centro en beber, Garañon está cerca y tengo que intentar beber todo
lo posible.
Sensación de alivio, veo a mi madre, el avituallamiento está ahí
mismo, me acompaña unos metros, le cuento mis sensaciones, voy bien,
pero las piernas ya las tengo “calentitas” esto me preocupa,
estoy a mitad de carrera, es verdad que de aquí en adelante es más
suave pero queda mucho. Veo al míster, hablamos y entro a comer,
hago la comida más “copiosa” aquí, gominolas, bollitos.. lo
que me pide el cuerpo, relleno botes, cojo aire y prosigo, sé que
queda un repecho duro antes de empezar a bajar, se me hace duro,
bastante duro pero ya estoy arriba y empieza el descenso, al
principio una parte genial senderito cómodo que pica hacia abajo,
voy a gusto, ritmo alegre, como me dijo mi primo al salir del
Garañón, pero las piernas empiezan a dar señales de fatiga, sigo
bajando y decido empezar con los geles, necesito controlar la
piernas.
Tunte, veo a mi Padre antes que me vea él, chute de energía, me ve
y me anima, mi hermana también me anima cámara en mano. Entro en al
avituallamiento hablo con la familia, las sensaciones ya no son las
mismas, las piernas flojillas, el cuerpo me responde bien al
desgaste, voy entero y con ganas, pero las piernas ya llevan luz roja
encendida. Mi hermana me dice que no me imagino lo bien que voy, me
ronda de nuevo la idea de que igual puedo bajar de las 12 horas. Como
en los anteriores, intento detenerme lo menos posible, pero hay un
cubo y te echan agua en la cabeza, lo necesito!!!, qué bueno,
“fresco” continuo. Sé que me queda la última subida, de las más
suaves, pero subida al final y al cabo. Termino se subir y paso a uno
de la ultra, me fijo en el dorsal, nada más y nada menos que Pedro
Bianco, le doy ánimos, pero debe de confundirme con mi primo Darío
porque me pregunta a mí, si a mí, que como voy, lo flipo un poco,
le contesto que más o menos, le vuelvo a dar ánimos y me alejo por
una pista buena y cómoda para rodar, ruedo a un ritmo alegre pese a
que el cansancio se acumula, cada impacto en el suelo ya se deja
notar, de repente se acaba la pista y empieza la bajada del infierno,
la bajada que me llevará hasta Arteara, pero que es demoledora, una
pedrera donde caerse es lo más fácil.
Arteara, gritos de vamos Jony!! Mi padre me alienta, que bocanada de
aire fresco, entro al avituallamiento y mi madre me insiste que coma,
que descanse un poco, yo todavía tengo el chip de hacerlo lo más
corto que pueda, pero me reconforta mucho tener la familia así de
cerca, que afortunado soy. En este punto ya les digo que voy más o
menos, que los calambres están empezando a avisar, pero con los
ánimos recargados salgo haciendo cuentas y cábalas, menos de 20 km
para meta, en mitad de mis cuentas empiezo a subir y me miro el brazo
donde llevo el perfil de la carrera, uf, queda este y otro subidita
corta, facilona, pero a estas alturas para mis piernas parecen mucho
más de lo que son, rápidamente se termina la subidita y empieza una
tortuosa pista que nos llevará hasta el último avituallamiento, la
Machacadora, después de casi 10 horas de carrera la pista se vuelve
un infierno, voy rodando pero ya voy mal, empieza a dolerme cada
pisada, las piernas me van diciendo que pare. Tengo que intercalar
ratos de correr con un poco de caminar, intento distraer la mente,
pensar en toda la gente que me ha animado, que me anima, que tengo la
familia esperándome. Los momentos que desconecto del dolor me dejan
correr, en cuanto mi mente vuelve al polvo tengo que caminar.
Después de una
eternidad y media llego al último, pero no veo a la familia, me
derrumbo un poco más si es que era posible, entro destrozado
cabizbajo, intento comer algo pero ya el estómago lo tengo cerrado,
pero se me enciende una luz, uno de los consejos del míster, cojo
coca cola y le quito el gas, me bebo un buen poco, me tomo el último
gel, solo quedan 8 a meta, pero necesito toda la energía del mundo.
Salgo con ganas de correr, pero los gemelos me dicen que no, que
aquí correr lo mínimo y así empieza el calvario final hasta meta,
8 kilómetros de correr 100 metros y caminar otros 100, imposible
mantener un trote, los calambres me impiden pisar bien cuando lo
intento, me enfado conmigo mismo: te lo dije, que lo ibas a pagar!!!.
Mal, en ese momento todo es malo, el camino eterno y el crono vuela,
lo miro mil veces y empiezo a estar seguro de aunque siga caminando,
voy a bajar de 12 horas, increíble, ni en mis mejores sueños, pero
en esos momentos que sigo intentando como sea trotar y los calambres
me lo impiden, mi cabeza esta ofuscada, cabreado, reprochándome el
sobreesfuerzo a mitad de carrera, todo tinieblas, el remate viene
cuando a 500 metros de meta el gemelo derecho se me queda totalmente
engarrotado, me tienen que ayudar, porque casi no me mantengo en pie,
que dolor, no puedo estirarlo, durante unos instantes que parecen
años no logro sacarme ese dolor de la pierna, al final poco a poco
me voy echando hacia delante y va calmándose, lo estiro un poco y
pienso, que triste, voy a tener que entrar por meta caminando y
continuo.
En meta me están
esperando todos, mis padres, mi hermana, mi cuñado, mis tíos, mi
primo, todos están allí y todos me animan, al verlos empiezo a
sonreír, a ver la luz al final del túnel pero voy caminando, mi
cabeza empieza a salir de las tinieblas, una sonrisa se empieza a
reflejar en mi cara, mi tío me da cuatro gritos y entre él y mi
primo me ponen las pilas, un chute de energía que hacen que trote
hasta cruzar la meta, aquí ya se acabó todo, aquí ya empiezo a
tocar el cielo. Me dan mi plaquita de menos de 12 horas y me voy a
por la familia, el abrazo con cada uno de ellos es la mayor sensación
de plenitud, de satisfacción, de orgullo y de amor que jamás haya
tenido, se me rayan los ojos, momento inolvidable para el resto de
mis días.
Reto superado.