Crónica: Ultra Maratón del Hierro 2013 y II parte (Juan Febles)

Si no has leído la primera parte, la puedes hacer aquí:
http://vidatrail.blogspot.com.es/2013/02/cronica-ultra-maraton-del-hierro-2013-i.html

8.Vamos que nos vamos
Después de intentar abastecerme lo mejor posible en el km 40 y unos minutos de descanso, seguimos Miguel y yo rumbo a la segunda parte de la ultra. Poco a poco me voy recuperando, y después de una subida corta empiezo a correr por el filo del golfo. Las vistas son impresionantes, aunque el calor me empieza a agobiar. Yo soy más de fresco que de calor y pasar un pelín de frío me viene bien. Una buena subida de picón y hacia  el siguiente avituallamiento. Estoy otra vez bien de piernas. Se me ha ido un poco el cansancio. Esto marcha. A partir de aquí empiezo a coger a algunos corredores. No me alegro. La mayoría están acalambrados, con problemas estomacales o sobrecargas musculares. Muchos meses de entrenamiento, dieta, complementos nutricionales,...  para que el cuerpo no quiera seguir lo que te dicta tu corazón. En cada uno me paro y le pregunto si necesitan algo. Todos me responden lo mismo: "Nada. Tú tira.". Me voy con mal sabor de boca. Eso le puede ocurrir a cualquiera, y me podrá todavía ocurrir a mí en lo que falta. Es una sensación muy chunga. Lo quieres dar todo... y hoy no es tu día. Son titanes por el hecho de no parar e intentar vencer con su cabeza lo que un cuerpo no puede. Me quito el sombrero.
Llego al siguiente avituallamiento. Más calor, se me empiezan a estallar los labios de la sequedad del ambiente. Miro el Garmin y sólo me digo una cosa: "Hay que intentar llegar antes del corte. Busca un ritmo y no pares."


9. Hasta la ermita y más allá
Los siguientes 11 kilómetros se me hacen eternos. La bajada a la ermita de Los Reyes no es difícil pero las piernas se empiezan a fatigar. Lo noto. Desde el principio de carrera he tomado los geles y el isotónico regularmente. Y cuando digo regularmente es como un reloj. En cabeza cuadrada me ganan pocos. Me tomo otro para ver si venzo este cansancio. La niebla se adueña del camino y lo agradezco. Con respecto al año pasado el recorrido es al revés y aunque me cuesta, empiezo a recordar tramos. Estoy cerca de la ermita... creo. Paso a otro corredor con mucha fatiga muscular. "Ya queda menos": Me dice. Poco a poco reconozco más la pista. Estoy cerca. Y en un giro, bendito avituallamiento. Como deprisa. Frutos secos a puñados. Trozos de plátanos y naranjas a mansalva. Recuerdo que ahora pasaré por el Sabinar. ¡¡¡Guay!!! Miro el reloj. Llevo 9 horas corriendo y el corte en Sabinosa son de 12. Voy bien, pero no puedo relajarme. Ni mucho menos. Salgo e intento meter un ritmo decente. Llevo 61 km y el Señor Calambres no se ha unido a la carrera conmigo. Sonrío. Ya tengo en mente mi siguiente tramo a realizar: Sabinosa.


10. Operación Sabinosa
En mi cabeza sólo tengo un objetivo: correr lo mejor que pueda para llegar lo antes posible a Sabinosa, teniendo claro lo que viene después: una subida de 3 km con gran pendiente y terreno de picón.
Y antes una bajada técnica de varios kilómetros. De esas bajadas que resientes a las piernas. Voy muy centrado. Hay subidas y bajadas. La neblina empieza a refrescar el ambiente. Veo unos grandes cuervos. Me encantan. Me da un subidón e intento seguir lo mejor que puedo. En el siguiente avituallamiento, antes de Sabinosa, me siento muy concentrado. Como algo rápido y no pierdo el tiempo. Subida intensa con las manos en las rodillas. Llega la bajada y me centro en buscar el mejor trayecto para hacerla: Dónde poner los pies, mirar un poco más allá para elegir bien dónde piso... me siento a gusto. Y ahora empiezo a divisar Sabinosa. Subidón del grande. Todavía quedará un rato para llegar pero veo que voy muy bien de tiempo. Llevo al avituallamiento y está compuesto por niños. Tienen una montada entre gritos y preguntas que me hacen, que me hace gracia y empiezo a reír: "¿Juventud, divino tesoro?" Hasta les recojo un poco la basura que tienen tirada a lo largo de la mesa. Me río con ellos haciendo alguna bromas y tiro al recién bautizado por Juanjo: "Humilladero de Sabinosa". Despliego los bastones sacándolos de la parte trasera de la mochila. Parezco un ninja con dos katanas. Juas, juas, juas. Los armo en un pis pas y a subir. Como en un concurso de comparsas, subo con el mejor "ritmo y armonía" que me sale del cuerpo. Benditos bastones, bendita cabeza. No se me hace duro. Sigo y sigo. Ya he conseguido dejar atrás Sabinosa. De reojo miro... y vuelvo a sonreír.

11. ¿Otra vez subimos?
Dejado La subida de picón nos adentramos en un sendero en el bosque. Precioso. Camino lo más rápido posible las rampas. En cuanto veo un llano, corro. Empieza a caer la tarde y el fresco se agudiza. Casi llegando al avituallamiento conecto con otro corredor. Está bastante agotado. Quiere retirarse. Yo le digo: "Ni de coña. Si has llegado hasta aquí, ya sólo te falta menos de 15 km." En el avituallamiento tomamos algo y le digo: "Vamos niño. Ahora no pares." Y empezamos a caminar y correr lo que se puede. Seguimos subiendo y subiendo. Y entramos en charla Trailrunner: carreras, material, nutrición, anécdotas, qué has hecho últimamente, si conoces a tal o cual...


12. Cae la noche
Decidimos seguir los dos a un ritmo bueno e intento marcarme como objetivo llegar al avituallamiento de la Hoya del Pino antes de utilizar el frontal. Imposible. En medio del sendero tenemos que parar y hacer uso de nuestras luces. No se ve nada. A ello hay que añadir que las balizas no son reflectantes. Hay que mirar al suelo y a la vez a los árboles para seguir en trayecto. Se complica la cosa. Llegamos al penúltimo avituallamiento y... no hay nadie. Está montado con todo el líquido y sólido pero no hay quien no anime y nos informe. Me da una bajona. Tomamos algo y empiezo a tirar más. Al ver que mi nuevo amigo está bien, lo voy dejando un poco atrás. Ya saben. Las carreras son las carreras y si todo va bien... a correr se ha dicho. La noche se hace más cerrada y seguir las balizas es una odisea. Lo que a plena luz del día se vería a cierta distancia sin dificultad, aquí es prácticamente toparse con ellas para orientarte, sin perder de vista el terreno que pisas. Empiezo a bajar por una pista e intento correr lo más que puedo. Ya pesa más el tiempo que los kilómetros. Miro el Garmin y veo que me voy acercando. Queda poco, pero no hay que despistarse. Una caída, perderme al no ver bien las balizas.... parece que todo corre en mi contra.... hasta que empiezo a ver Frontera, sus luces, oír su bullicio... Ahí está...


13. Oliendo la meta
Muchas bajadas y alguna subida y el Garmin que sigue sumando kilómetros. Ya estoy cerca, lo huelo. 
Llego al asfalto con una zona de cemento. ¡A mí esto me suena! El año pasado bajamos por ahí. Me acuerdo que estaba muy dolorido de los cuádriceps. Este año voy genial. Recuerdo una gran recta en bajada y girar a la derecha. ¡Efectivamente! Es esta la última recta antes de toparme con meta. Aprieto lo que puedo y dos señoras subiendo me aplauden. ¡Subidón del grande! Pero nada que ver con lo que me esperaba al final. 


Giro y recta a meta. Ya estoy. Oigo algo. A lo lejos percibo un: ¡¡¡Juanillo!!! Se me salta el corazón y los ojos se me humedecen. Ya estoy. 
Empiezan a salir público de todos lados. Apago el frontal y me lo quito de la cabeza. Sonrío mucho. Reconozco algunas caras conocidas antes de meta: Sara y Felipe me esperan con una sonrisa de oreja a oreja. El público que esperaba en la plaza contigua la entrega de premios se abalanza a la calle y me recibe con muchos aplausos. No tengo palabras para expresar esto. Es increíble. Entro en meta y a diez pasos me espera Darío. Le doy besos y abrazos. Le miro y le digo: "¡¡¡Qué dura ha sido!!! Darío, me cabo de hacer un hombre". Él se descojona y yo también. Todo el equipo baja a recibirme y lo primero que quiero saber es cómo han terminado. Parece que todos lo han hecho.  ¡¡¡Bien!!!
Me hacen una foto y no puedo dejar ... de sonreír. ¡¡¡Otra ultra para la saca!!!




14. Una sola palabra: ¡¡¡Gracias!!!
Gracias a Darío Dorta, el míster. En menos de dos años me ha ayudado a enfrentarme a esta ultra, dicen que posiblemente la más dura de Canarias. Gracias por estar siempre ahí y hacer que consiga hacer realidad mis sueños.

Gracias al equipo Vida Trail: Irene, Sandra, Yurena, Sara, Olivia, Nuria, Loretta, Felipe, César, Héctor, Darío, Odón, Leo, Valentín, Ruymán, Angelito, José Luis (Gordi), Eduardo, Olaf, y Sergio. Me siento en familia. ¿Se puede decir más?

Gracias a la organización: Juanjo, ni se te ocurra cambiar nada de la ultra. El próximo año, estaré allí.

Gracias amigos: Siempre animándome y preguntándome. Gracias por entender muchas cosas. Esto lo necesito. Soy feliz al hacerlo.

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